En 1981, la instalación en Uruguay de Surinvest Casa Cambiaria en 1981 fue la cabecera de playa del Banque Heritage. Una década después la entidad recibió la autorización del Banco Central de Uruguay para operar como banco.
El paquete accionario se integró así, entre otros:
HSBC Bank (Argentina), Unibanco SA (Brasil), Rabobank Finance (Uruguay), Bicecorp Limitada y Philadelphia Int Equities de USA (Islas Caimán).
17 años después, Banco Surinvest se focalizó en comercio exterior, private banking (banca privada) y servicios financieros a clientes corporativos, con una apuesta a la captación de clientes no residentes, en especial argentinos.
En 2007, Banque Heritage (Suiza) adquirió la mayoría del paquete accionario de Surinvest, a través de la subsidiaria en islas Caimán de HFT International (Guernsey, dependencia de la Corona británica en el canal de la Mancha, al oeste de las costas de Normandía, Francia).
Elena Nazarenko ingresó en 1982. En 1996 la ascendieron a adscripta a la gerencia. Ella gestionó los depósitos de su cartera de 200 clientes (80% argentinos), la detección de potenciales clientes y el desarrollo de posibles nuevos negocios.
En noviembre de 2017, uno de sus clientes presentó una queja en Heritage de problemas de saldos en sus cuentas.
Nazarenko no estaba en el banco porque había fallecido su marido, el financista Agustín Sena.
El cliente alegó que, según datos entregados por Nazarenko, tenía ahorros por US$ 2.577.415 pero su estado de cuenta establecía apenas US$ 76.237, y pidió el cierre de su cuenta.
El banco logró resolverlo pero la gerenta, Graciela Reybaud, comunicó a Nazarenko que había una denuncia de irregularidades.
A los pocos días, otro cliente afirmó que los datos no se ajustaban a la información que había recibido.
El banco comenzó a investigar y detectó nuevas inconsistencias.
Antes de la Nochebuena de 20117, Banque Heritage Uruguay, patrocinado por Guyer y Regules, denunció por estafa a Nazarenko y otras 7 personas.
El banco contrató a Pricewaterhouse Coopers para investigar el fraude.
La auditoría registró faltantes de dinero en las cuentas de 30 ahorristas, clientes que, por decisión propia, no querían recibir sus estados de cuenta en sus domicilios ni vía correo electrónico. Todos eran clientes de Nazarenko.
Al declarar ante la fiscalía, Nazarenko admitió el desfalco, pero relativizó el monto: US$ 1,8 millón, utilizados para cubrir gastos de la actividad comercial desarrollada por su esposo, Agustín Sena, y para la compra de un inmueble. Y que los retiros de dinero en su provecho fueron en 3 etapas.
La maniobra implicó una especie de estafa piramidal. Los fondos de unos clientes cubrían los retiros de otros, y esto se complicó sobre finales de 2016, ya que varios clientes del banco decidieron ingresar al blanqueo impulsado por el gobierno de Mauricio Macri.
Nazarenko entregaba a sus clientes estados de cuentas adulterados con un saldo superior al que realmente tenían; a la vez elaboraba órdenes de retiro de dinero o de letras de cambio con la firma escaneada de los clientes, y las presentaba ante el banco.
Los retiros se realizaban en caja por personas de su confianza (un matrimonio amigo y su hijo) o por Diego Lenguas Fernández y Bernardo Garat Urioste, dos cambistas que tuvieron un rol clave en las maniobras.
Por disposición legal, las casas de cambio no pueden efectuar transferencias al exterior. Nazarenko afirmó ante la fiscalía que los retiros de dinero eran definidos por orden de Lenguas, quien tenía contactos con algunas casas de cambio en Uruguay y en Ciudad de Buenos Aires.
Se habilitó el transporte de “dinero vivo” en forma regular hacia Argentina y la comisión era de entre 3% y 4%. En algunas oportunidades el dinero “dormía” en casas de cambio y por esta tarea de custodia -aunque las casas de cambio no pueden recibir depósitos-, se cobraba 0,5%.
“Varios clientes relataron que habían recibido o entregado dinero en efectivo de la señora Nazarenko o de terceros”, afirmó el banco. Según los clientes, en ningún caso se les entregaba un recibo.
En su declaración, Nazarenko justificó esta operativa: “Todo cliente argentino no residente siempre fue un cliente que mantuvo los fondos en negro. Los clientes y cambistas argentinos están acostumbrados a que cuando dejan dinero no les dan recibo, y cuando retiran no firman. (…) Así funciona la operativa habitual”.
Sin embargo, el centro del negocio estaba en la operativa del “dólar cable”, un mecanismo de intercambio de divisas que sorteaba las restricciones cambiarias impuestas en la Argentinas.
Mediante este mecanismo, las casas cambiarias pagaban entre 3% y 4% a quienes pretendían ingresar dinero en Argentina, y cobraban entre 6% y 10% a quienes pretendían “fugar divisas” hacia el exterior. Se necesitaba dinero en el país de origen y en el país de destino.
En el semanario Brecha que viene siguiendo en detalle los sucesos, Mauricio Pérez publicó un informe muy preciso:
Un juicio civil que enfrenta al Banque Heritage Uruguay y a un hombre investigado por transportar dinero de ahorristas hacia la República Argentina podría tener derivaciones en las dos márgenes del Río de la Plata. Este hombre se presentó en el Banco Central de la República Argentina y se ofreció a aportar información sobre cómo procedía el banco uruguayo en el otro lado del río para captar fondos de ahorristas argentinos.
Durante un año y medio, Diego Lenguas viajó regularmente a Buenos Aires (Argentina) con “dinero vivo” (en efectivo), para entregárselo a ahorristas del Banque Heritage Uruguay SA. Hacía la entrega en el lugar que el ahorrista quería, sin preguntas ni muchas formalidades. Por esta tarea de “correo humano” cobraba una comisión de entre el 3 y el 4 por ciento.
La operativa se realizó sin problemas hasta noviembre de 2017; entonces todo cambió. Su nombre quedó atado a la que se define como la mayor estafa perpetrada por un funcionario bancario en la historia de Uruguay. El traspaso de dinero entre las dos orillas del Río de la Plata se hacía para clientes de Elena Nazarenko, la funcionaria del Banque Heritage que durante 15 años se apropió del dinero de estos, sin que nadie se enterara.
El 24 de diciembre de 2017, pocos minutos antes del inicio de la feria judicial mayor, abogados del estudio Guyer & Regules se apersonaron en los juzgados especializados en crimen organizado y presentaron una denuncia penal por estafa contra Nazarenko y otras siete personas. Lenguas y sus socios, Bernando Garat y Rafael Bermúdez, fueron denunciados como partícipes necesarios del desfalco perpetrado por Nazarenko. Según la denuncia, eran responsables de 47 retiros de dinero de las oficinas del banco, por unos 4 millones de dólares. Esos se hacían sin la autorización de los clientes.
Dos años después de la denuncia, el fiscal Enrique Rodríguez ya cerró buena parte de la investigación: Nazarenko fue condenada por delitos de estafa y falsificación de documentos. Otras tres personas –amigos y familiares de la mujer– fueron condenadas por receptación, porque colaboraron en el proceso de retiro de fondos.
Sin embargo, el fiscal aún no avanzó sobre la situación procesal de Lenguas ni sobre la de las casas de cambio utilizadas –según la denuncia del banco– para concretar parte del envío de dinero a la vecina orilla. Semanas atrás, Rodríguez envió un exhorto a Argentina en el que solicita interrogar a los 15 clientes del Heritage de cuyas cuentas Lenguas y sus socios retiraron dinero. El fiscal busca dilucidar si estos ahorristas recibieron el dinero que se retiró de sus cuentas y avanzar en la comprensión de la operativa financiera.
Pero el intrincado caso del Heritage también se ventila en otros estrados judiciales. Lenguas y el Banque Heritage están inmersos en un litigio civil, que puede tener otras derivaciones en Uruguay, pero también en Argentina. El banco demandó al operador cambiario para intentar recuperar el dinero estafado. En tanto, Lenguas le hizo una contrademanda a la institución financiera (lo que se denomina reconvención) por intentar perjudicarlo. Por eso reclama unos 600 mil dólares.
En su contrademanda, a la que accedió Brecha, Lenguas asegura que su única función era el “acarreo de dinero” hacia Argentina y que nunca se quedó con plata de los clientes, y acusa al Banque Heritage de montar una estrategia para presentarse como víctima de un grupo criminal organizado, presuntamente integrado por él y Nazarenko. El escrito –patrocinado por el abogado Enrique Sayagués– afirma que esa estrategia tiene por objeto evitar que se analice un aspecto clave de este proceso: el hecho de que una institución financiera uruguaya haya captado durante años dinero “negro” de ahorristas argentinos y omitido todos los controles internos de lo que se hacía con ese dinero.
Graciela Reybaud, CEO, ella recibió las primeras denuncias, se enteró del desfalco y tuvo que realizar el contraataque de la entidad.
Oficina clandestina
Nazarenko ingresó a Surinvest –por entonces casa de cambio– en 1982 y durante más de tres décadas se fue consolidando como una funcionaria eficiente y respetada. A principios de los años noventa, la empresa comenzó a operar como banco; así nació el Banco Surinvest SA. Sobre finales del siglo XX, el banco cambió su estrategia comercial y se focalizó en las áreas de comercio exterior, private banking (banca privada) y servicios financieros para clientes corporativos, con una apuesta a la captación de clientes no residentes. Eran tiempos del Uruguay plaza financiera. Finalmente, esa estrategia tuvo un resultado: en 2010, el 90 por ciento de los clientes del Heritage eran extranjeros; en su mayoría, argentinos.
Sobre mediados de los años noventa, Nazarenko fue designada como adscripta a la gerencia. En su rol de ejecutiva de cuentas, se encargaba de la detección de potenciales clientes y de la gestión de las cuentas bancarias, así como del desarrollo de alternativas de posibles negocios. Eran, en su mayoría, ahorristas no residentes –el 80 por ciento, argentinos– que utilizaban el sistema financiero uruguayo como “guarida” de sus ahorros y tenían gran confianza en los oficios de la funcionaria.
En este marco, Nazarenko viajaba periódicamente a Buenos Aires para reunirse con sus clientes. Estas reuniones se hacían en una habitación del Trianon Residence, un apartotel ubicado en Callao y Alvear, en el corazón del coqueto barrio Recoleta. Su llegada era un acontecimiento: el hall del hotel se llenaba de ahorristas que esperaban su turno para ser atendidos. “Cuando venía Elena, venía el Heritage”, dijo uno de los ahorristas a Brecha. Esa idea era más que una sensación. Para muchos ahorristas, ese era el único contacto con el banco; algunos ni siquiera recibían los estados financieros de sus cuentas bancarias.
La presencia de Nazarenko en Buenos Aires tenía otro cometido: captar nuevos clientes, quienes llegaban al hotel por recomendación, por el boca a boca. El banco no era ajeno a lo que sucedía en esa “oficina clandestina” del hotel Trianon o, al menos, a una parte de lo que allí sucedía, ya que la captación de esos ahorros era parte de su estrategia comercial. Es más, la habitación del hotel se pagaba con la tarjeta corporativa.
Nazarenko aprovechó la opacidad de este sistema de captación de ahorros y la confianza de sus clientes –así como la falta de controles del banco– para concretar la millonaria estafa. Según su relato en la Fiscalía, el retiro de dinero comenzó entre los años 2000 y 2003, cuando instaló, junto con su marido –hoy fallecido–, varios locales comerciales en Piriápolis y Punta Colorada (Maldonado). Y se extendió durante 15 años. Los últimos retiros fueron hechos para cubrir deudas comerciales de su esposo, prestamista de la plaza montevideana.
La operativa incluyó la falsificación de cientos de órdenes de retiro de dinero de las cuentas bancarias. Parte de los retiros se justificaba por la posibilidad de un negocio para el cliente, a través de Aes Private Banking, un fondo de inversión con sede en Brasil. El problema comenzó cuando algunos clientes pedían el retiro del dinero fruto de esas inversiones. Esto derivó en una “calesita financiera”, en la que los fondos de unos clientes cubrían los retiros de otros.
Los pedidos de retiro de dinero se intensificaron sobre finales de 2016, cuando varios de esos clientes se plegaron a las políticas de blanqueo impulsadas por el gobierno de Mauricio Macri para repatriar capitales. La maniobra quedó al descubierto cuando un cliente se apersonó en el banco y reclamó que en su cuenta sólo había 76 mil dólares, cuando debía tener unos 2 millones de dólares. La calesita se había roto.1
Sigilo tributario
Tras detectar la estafa, el Banque Heritage inició un proceso de reducción de daños. Eso incluyó la firma de acuerdos extrajudiciales con decenas de clientes, en los que se comprometió a devolver al menos parte del dinero estafado. Al mismo tiempo, la institución presentó la denuncia penal y varias demandas civiles contra los involucrados en la maniobra.
En el caso de Lenguas, se le reclamaron unos 4 millones de dólares, el monto que retiró desde las oficinas del Heritage. Según el banco, no hay registros de que Lenguas y sus socios hayan entregado ese dinero a los ahorristas, por lo que se desconoce dónde está la plata. Por este motivo, le reclama que presente los recibos que acrediten que esos pagos se hicieron.
Lenguas, por su parte, afirma que su única función era transportar el dinero entre ambas orillas del Río de la Plata, de forma que los clientes argentinos pudieran hacerse con el dinero resguardado en Uruguay. Esta operativa se hacía a partir de las directivas de Nazarenko, sin contacto con los clientes: “Los depositantes no querían tener trato personal con ninguno de los mensajeros. Su anhelo de clandestinidad total era más que razonable”. Lenguas afirmó que en todo este tiempo sólo conoció personalmente a tres clientes. También aseguró que todo el dinero trasladado a Argentina fue entregado en el lugar indicado. Esta versión fue confirmada por la propia Nazarenko, en un escrito presentado en el juzgado. Según la mujer, el cambista “cumplió siempre correctamente con los envíos de dinero y todas las sumas que él retiró en la caja del banco fueron entregadas a los clientes. Sin excepciones”.
En este punto, el abogado Sayagués afirmó que el banco sabe cabalmente que esas operaciones se hacían sin exigir recibo y que así lo explicó la propia Nazarenko en su primera declaración en la Fiscalía, donde dejó en claro los claroscuros de esa operativa: “Todo cliente argentino no residente siempre fue un cliente que mantuvo los fondos en negro. Los clientes y cambistas argentinos están acostumbrados a que cuando dejan dinero no les dan recibo y cuando retiran no firman […]. Así funciona la operativa habitual”.
Imagen del juicio en Uruguay.
Sacando el velo
El Código General del Proceso establece la publicidad de los juicios civiles en Uruguay. Según esa norma, “todo proceso será de conocimiento público”, es decir, de acceso libre. Salvo que exista una decisión expresa del juzgado que restrinja esa publicidad “por razones de seguridad, de moral o de protección de la personalidad de alguna de las partes”. Pero este límite a la publicidad debe ser una excepción, no la regla.
En este litigio civil, el banco presentó una lista de los clientes estafados y los montos del perjuicio ocasionado. Según la demanda, el testimonio de estos clientes es clave para confirmar que nunca autorizaron a Lenguas a retirar dinero de sus cuentas bancarias. Sin embargo, el banco pidió que la identidad de los clientes –nombrados con sus iniciales– permanezca en reserva, oculta, en un sobre cerrado, dentro de la caja de seguridad del juzgado. Todo en nombre del secreto tributario y bancario.
Sin embargo, la defensa de Lenguas decidió jugar fuerte: planteó que el banco no puede jugar a las escondidas con la identidad de los ahorristas, menos si pretende que esos testimonios sean utilizados como prueba contra su cliente. Y afirmó que la identidad de los testigos en un litigio civil debe ser conocida por todas las partes, como garantía del debido proceso.
En su escrito, el abogado Sayagués afirmó que él también pretende que las personas identificadas en esa “lista secreta” declaren como testigos en la causa, ya que tienen mucho para aportar: “Serán interrogados detalladamente sobre toda su operativa de colocaciones y retiros de dinero con el banco actor y la señora Nazarenko, sobre el origen del dinero y los motivos de las originales formas de manejo de los movimientos financieros”. Aseguró que sobre su cliente no recae ninguna disposición de secreto profesional, por lo que está dispuesto a entregarle al juzgado el nombre de todas las personas a quienes les entregó dinero en Argentina y las direcciones donde hicieron esas entregas.
Pero Sayagués no se quedó ahí. Pidió que también declare la plana mayor del Banque Heritage, incluida la gerenta general, Graciela Reybaud, la oficial de cumplimiento Valentina Larrobla y los gerentes Valerie Schuhl y Jorge Velazco. Estos funcionarios serán interrogados sobre cómo era la operativa de captación de fondos que el banco realizaba en Buenos Aires y los controles que se hacía de la actividad de Nazarenko; también sobre qué medidas de conocimiento del cliente y del origen de los fondos (due diligence) tomaba el banco.
Según Sayagués, es materialmente imposible que Nazarenko haya perpetrado una estafa tan importante (la cifra estimada oscila entre 17 y 20 millones de dólares) sin la cooperación de algún funcionario del banco. Apuntó que si el banco hubiera ejercido los controles obligatorios de toda actividad bancaria (previstos en sus normas internas), se habría evitado la estafa. Claro que también habría perdido el lucrativo negocio de captar fondos de los ahorristas argentinos.
En las narices
Hace varios meses, el fiscal Enrique Rodríguez envió un informe al Banco Central del Uruguay (Bcu) para que analice la posible responsabilidad del Banque Heritage en la maniobra. Según la respuesta a un pedido de informes que hizo Brecha –fechada en agosto de 2019–, la Superintendencia de Servicios Financieros del Bcu “ha realizado el seguimiento de la maniobra fraudulenta que afectó al Banque Heritage”, pero “las investigaciones administrativas (si las hubiere) son confidenciales”. Sin embargo, abogados del Bcu estuvieron presentes en varias de las audiencias que tuvieron lugar en la Fiscalía.
Según algunas fuentes judiciales, la investigación de la Fiscalía enfrenta dificultades. En principio, la operativa de captación de dinero “en negro” en Argentina sería una falta administrativa, pero no supondría delito penal. Esto porque en Uruguay la defraudación tributaria recién fue consagrada como delito precedente de lavado de activos en diciembre de 2017 y esta operativa de Nazarenko se desarrolló hasta noviembre de ese año, fuera, entonces, del alcance del Código Penal.
Más allá de esto, la defensa de Lenguas solicitó que una muestra del expediente civil sea enviada al Bcu para que informe sobre diversos puntos: si tiene conocimiento de los hechos, si la operativa del Banque Heritage para captar depósitos en Buenos Aires está ajustada a derecho y qué controles debieron ejercerse sobre esos negocios. Pero el cambista volvió a cruzar el Río de la Plata. Esta vez, hasta las oficinas del Banco Central de la República Argentina. Allí presentó una nota en la que detalla todas las maniobras de Nazarenko en Argentina y la captación de fondos de ahorristas en la “oficina clandestina” del hotel Trianon. En esas reuniones, la ejecutiva recibía dinero en efectivo de los ahorristas, que entregaba en el banco, al mismo tiempo que recibía los pedidos de entrega de dinero a sus clientes.
La nota explica que se trataba de un negocio excelente para todos los participantes: los ahorristas lograban fugar su dinero de Argentina y cobrarlo cuando querían, el banco ganaba dinero con esos depósitos y los fleteros (incluido Lenguas) cobraban su comisión por hacer efectiva la entrega del dinero. El único que perdía era el fisco argentino (la Afip). Esto es relevante, ya que en Argentina esta operativa sí podría ser catalogada como defraudación tributaria. Ahí el banco podría tener complicaciones. |
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